El comedor no tiene más de 7-8 mesas, con capacidad para unas 35-40 personas.
La carta es muy interesante y con precios razonables, platos sobre los 10-20 Euros.
Nos decidimos por el menú degustación: 5 platos por 50 Euros.
No recuerdo muy bien los nombres pero más o menos:
- almejas al natural con un reducción de Pedro Ximenez: muy bueno
- vieira con una crema de setas: estupenda la textura de la vieira. Muy bueno.
- trompetas de la muerte con queso de cabra caramelizado: bueno, pero por debajo de los dos primeros.
- rape en dos cocciones: demasiado hecho el rape.
- huevo escalfado sobre tomate raff con tocino ibérico: rico, pero nada del otro mundo.
De postre un sorbete de compota de manzana con una bola de queso que estaba realmente rico.
Para acompañar la comida, dos vinos:
- Albariño pasado por barrica: sigo sin encontrarle el chiste a los blancos con madera.
- Tinto de Extremadura, Habla nº2.: bueno pero nada del otro mundo.
Los precios normales, en torno a los 20 Euros por botella.
Resumen: 2 platos muy buenos, 2 buenos y uno que podía ser mejor. Nos faltó un plato final, algo quizás un poco más contundente para terminar la comida. El huevo con el tocino está bien pero te da la sensación de que falta un plato de carne final.
En cualquier caso, una comida de 9.
El trato, excepcional. Explicación detallada de todos los platos y de cómo comerlos. Esto último es muy importante para poder apreciarlos correctamente y jugar con la mezcla de los distintos elementos y sabores del plato. De nuevo, al igual que con las anchoas de la bodega, invitación a que no quede nada en el plato.
Nos falta el café, la copa y el puro...
miércoles, 3 de febrero de 2010
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